El murciano.
Durante el siglo XIII, recién incorporado el reino de Murcia a la corona de Castilla, se instaló allí un buen número de pobladores aragoneses y catalanes. Cayó después bajo el dominio del reino de Valencia, que lo ocupó y lo mantuvo hasta el siguiente siglo.
Las consiguientes repoblaciones, junto con la particular localización de este dialecto, hacen que se encuentren presentes en él características del castellano, del aragonés, del andaluz y del valenciano, formando una variedad dialectal bastante peculiar.
Esta variedad se extiende por Murcia, parte de Alicante, sudeste de Albacete, nordeste de Jaén y Granada, y norte de Almería.
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