En 1886 Edmondo de Amicis escribió una novela llamada Corazón (novela que fue llevada a la televisión). En dicha novela se contaba, a modo de diario, las vivencias de un niño turinés llamado Enrique, y se incluían varios cuentos, uno de ellos llamado De los Apeninos a los Andes, que comenzaba en un puerto italiano al pie de las montañas, protagonizado por Marco, un niño que hacía un largo viaje para buscar a su madre que se había ido a trabajar desde Italia hasta Argentina. Ese breve cuento que narraba la emigración italiana de finales del siglo XIX acabó siendo más conocido que la novela que lo contenía gracias a la serie de dibujos animados que se hizo 90 años después.
Efectivamente ese anime, llamado también De los Apeninos a los Andes, es la triste pero esperanzadora historia de Marco, el incansable niño que realiza un gran viaje con su inseparable mono Amedio (no Amelio como solíamos decir).
No podemos negar que es uno de los recuerdos imborrables de nuestra EGB catódica, traumática para unos, preciosa para otros, debido a la dureza de su temática (pobreza, infancia, la falta de la madre…) El caso es que la serie de Marco fue todo un éxito, al igual que el de Heidi unos años antes (otro dramón infantil basado en un clásico literario). Camisetas, canciones, colecciones de cromos… el país vivió una Marcomanía.
Ciertos ídolos infantiles son inolvidables. Uno es Marco (de los Apeninos a los Andes), con su mono Amedio como colega de aventuras/desventuras. Igual que Heidi, causó sensación nada más aparecer en TVE. Lógico: protagonizaba unos entrañables dibujos animados.
Todos recordamos la pegadiza canción que identificaba a la serie. Decía: «En un puerto italiano / al pie de las montañas, / vive nuestro amigo Marco / en una humilde morada. / Se levanta muy temprano / para ayudar a su buena mamá. / Pero un día la tristeza / llega hasta su corazón. / Mamá tiene que partir / cruzando el mar a otro país. / No te vayas mamá, / no te alejes de mí, / adiós mamá, pensaré mucho en tí. / No te olvides mamá, / que aquí tienes tu hogar. / Si no vuelves pronto iré, / a buscarte donde estés, / no me importa donde vayas, / te encontraré…». Fue compuesta por José Torregrosa y Alfredo Garrido, y la grabó el niño José María López Pascual.
Marco debutó en España el sábado 8 de enero del año 1977 a las 15.35 horas. TVE le anunciaba como estrella de una serie de 52 capítulos de 30 minutos realizada por Nipón Animation, destacando que la trama se basaba en una de las narraciones del libro escrito por italiano Edmundo de Amicis titulado «Cuore», publicado en mil ochocientos y pico…
Las peripecias de Marco tenían un atractivo del que carecieron la mayoría de series de dibujos animados que pudimos ver después en nuestro país tanto en la tele pública como en las privadas, donde él también hizo acto de presencia.
La incesante búsqueda del chavaluco a su mamá provocó millones de lágrimas tanto de críos como de adultos. En consecuencia, dejó huella indeleble. Ante la demanda de la clientela menuda, el personaje se proyectó en álbumes de cromos, libros, discos, llaveros, cómics, libretas, juguetes, etc. Eterno Marco. Eterna serie.
En Génova, al norte de Italia, reside una familia con dos hijos de dieciocho y 11 años. La madre se ve obligada a marchar a Argentina para encontrar trabajo sirviendo en una casa. Durante un tiempo la familia recibe, por escrito, noticias de la madre, pero al cabo de un año, las cartas cesan, tras una en que se daba cuenta de problemas de salud, con lo que se crea una situación de preocupación e incertidumbre.
Tras tratar de conseguir noticias a través del Consulado italiano en Buenos Aires, a los dos años de la partida de la madre, el más pequeño de los dos hijos, Marco, decide afrontar, salvando las iniciales reticencias de su padre, el largo viaje de veintisiete días que entonces debían sufrir los emigrantes a bordo de grandes buques mercantes.
A su llegada a la capital argentina no consigue encontrar a su madre, pues la familia para la que trabaja ha trasladado su residencia a Córdoba. Tras pasar una noche en La Boca, se embarca para remontar el Río Paraná, con destino a Rosario, desde donde le han dicho que le será más fácil llegar a Córdoba. Allí no encuentra al contacto que le habían facilitado y se encuentra en una situación difícil, ante la falta de dinero para pagar el ferrocarril que le llevaría, durante un día de viaje, hasta Córdoba. Sin embargo la ayuda de un grupo de emigrantes italianos le proporciona el dinero necesario y toma el mencionado ferrocarril.
Con la llegada a Córdoba no acaban los problemas del joven Marco, pues al llegar a la casa del ingeniero Mequínez, donde trabaja su madre, se comprueba que, una vez más, se ha mudado, marchando a Tucumán. Consigue convencer a un comerciante que se dirige a Santiago del Estero, para que lo lleve en el tramo común del camino, viajando así durante más de dos semanas en un carro tirado por bueyes que lo dejará junto a la Cordillera de los Andes desde donde marchará a pie hasta Tucumán.
Al llegar a esta ciudad, y tras dirigirse a una finca situada a una jornada más de marcha, encuentra al fin a su madre, enferma y prácticamente desahuciada por los médicos. Debe operarse y, tan lejana de su familia, ha perdido toda esperanza. Se niega a ser operada. Sin embargo, la llegada de su joven y voluntarioso hijo le devuelve la ilusión por vivir y conseguirá ayudarla a sanar.
El relato termina con las palabras del médico, quien dirigiéndose a Marco le dice: "¡Eres tú, heroico niño, quien ha salvado a tu madre!".
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